El yunque.

miércoles, 8 de julio de 2009

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.” (mateo 24:35)

Bendito sea tu nombre Señor y bendito también este día.

John Clifford (1836-1923), un ministro bautista y reformador social, escribió:

Anoche pasé al lado de la puerta de un herrero,Y oí el toque del yunque al carillón vespertino;Entonces mirando, vi sobre el piso,Martillos viejos, desgastados con los golpes de los años del tiempo.Yo dije, “¿Cuántos yunques has tenidoPara desgastar y estropear así todos estos martillos?”.“Solo uno”, él dijo, y luego con ojos centellantes;“El yunque desgasta a los martillos, vos sabéis”.Y así, pensé yo, el yunque de la palabra de Dios,Por años los golpes del escéptico han golpeado sobre ella;Aunque el ruido de los golpes cayendo fue oídoEl yunque está indemne...los martillos se han ido.

Llevamos dos mil años desde el nacimiento de Jesús el Hijo de Dios, los incrédulos de todo el mundo y de todas las extracciones sociales, y los críticos feroces que pretendieron destruirla han ido pasando sin dejar nada más que algún recuerdo de su tozudez. Entre tanto la palabra de Dios sigue resplandeciendo como el Sol alumbrando nuestra vida.Los cielos que la contienen y la tierra que la recibe pasarán pero ella permanecerá. Aleluya.Su permanencia no es estática, el libro tal vez, quede en la biblioteca, en la mesita de luz, o en algún lugar de la casa pero su música sigue sonando en nuestras mentes activando nuestros mejores pensamientos. Así como el viento se desliza por entre las ramas quietas de los árboles y produce suaves melodías que inspira a los músicos. La palabra de Dios, vive sana, y como tal es dinámica, nos exhorta cada día, ante distintas circunstancias para que seamos parte activa, quitando las hojas secas de nuestra ociosidad y llevándonos a nuevas aventuras de fe.

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